El Ministerio del tiempo ha vuelto fuerte con un nuevo episodio que trae de vuelta al protagonista original: El Julián interpretado por Rodolfo Sancho. Este martes se estrenó, tras un parón de dos años y medio, un nuevo episodio de la serie española de viajes en el tiempo, que vuelve como si no se hubiera ido nunca. O casi.
“Decíamos ayer…” dice en un momento del episodio Salvador, en clara alusión a la famosa anécdota (¿apócrifa?) de Fray Luis de León. Y es que aunque el espíritu siga siendo el mismo, sí que ha pasado el tiempo, y eso ha traído cambios. El menor de los cuales no ha sido precisamente el cambio de sede. Atrás queda la antigua sede de la plaza del Duque de Alba en la Latina, dado que los antiguos decorados ya no están disponibles. Pero en un alarde de hacer de la necesidad virtud, el equipo se ha instalado en un antiguo edificio de Radio Nacional Española, creando un paralelismo con el empeño de la serie en reivindicar nuestro pasado. “Cuanto menos hablemos de eso (el cambio) mejor” dice Olivares de nuevo por boca de Salvador. Una o dos frases para explicar que “los ingenieros” han conseguido conectar la nueva sede con los pasillos de las puertas y listo.
Otro que ha cambiado es Alonso, único componente del trío principal de protagonistas que permaneció del primer al último episodio de las tres temporadas originales. Le vemos ya muy asentado en el presente, por más que se le escape algún «¡pardiez!» de vez en cuando, y hay que reconocer al bueno de Nacho Fresneda que consiga mostrarnos a un personaje que al mismo tiempo ha cambiado tanto, y al mismo tiempo no hacer que parezca un personaje distinto.
Rápidamente se reincopora a la patrulla, formada ahora por Pacino y la joven Lola, para investigar el misterio de Eulogio Romero, que no es otro que Julian, interpretado de nuevo por un Rodolfo Sancho que tiene pinta de habérselo pasado bomba. Se echa en falta por el momento a mi favorita, la Amelia Folch de Aura Garrido, pero ya llegará.
En lo demás la serie, como Alonso, mantiene el mismo espíritu por más que se amolde a los nuevos tiempos. Volvemos a hablar de episodios reales (el bombardeo de Cabra) o míticos (los dobles de Franco) de la historia de España; vuelve ese particular sentido del humor desenfadado de la serie, quizá menos acusado en este episodio (la trama lo merecía), pero no me negaréis que fue un puntazo ver el rodaje de la película, con esa voz atiplada que tienen todos los actores de la época.
Hace años ya que Olivares adelantó que tenía pensado como recuperar a Julián, convirtiéndolo en un personaje distinto, «más duro», y me alegra ver que ha podido salirse con la suya. Antes de ver el episodio, estaba convencido de que esa recuperación pasaría por una trama estilo Stargate SG-1 en la que aquella bomba habría hecho «cortocircuitarse» la puerta dejándole vagando perdido por la corriente temporal. Me alegra comprobar que lo que hemos visto ha sido mucho mejor, y pasé buena parte del episodio cambiando de opinión sobre si Julián/Eulogio fingía o no (testimonio del buen trabajo del actor).
Quedan por delante 7 episodios más esta temporada, empezando por la movida madrileña de los 80. Y, con un poco de suerte, más temporadas.
La Fortaleza de la Frikidad 